El teatro es una extensión de la vida.

Desde la noche de este jueves, Orlando Aldama quedó en el Teatro Español, en el de sus primeras andanzas por el mundo teatral, cuando ni soñaba con cruzar el charco y llegar a ser lo que fue en el teatro rioplatense.

Familiares de Aldama en el hall del Teatro Español, junto a una muestra del autor teatral.

Impulsado por la Comisión Asesora del Bicentenario, su hijo Homero, sus nietos y demás familiares, sintieron el orgullo de llevar sangre del duraznense que hace más de 75 años, admiró con la creatividad de su pluma, donde el humor y la sátira afloraban con la fluidez de los elegidos.

La emoción estuvo a flor de piel. Las lágrimas en muchos rostros fueron parte de una escena, que, en este caso, no fue ficción. Aldama logró al recordársele, el esperado reencuentro.

Su semblanza, los regalos y la posterior exhibición de una de sus obras más famosas, pusieron al público de la sala, predispuesto a las emociones. Muchos, repasando lo que ya conocían sobre el autor teatral y los más jóvenes, descubriendo hasta casi con asombro, el valor de un duraznense como ellos, que, en otros tiempos, fueron capaces de escribir con la calidad que lo hizo Orlando y que, mucho de sus textos de ayer no han perdido vigencia.

Orlando volvió a volar, como las perdices de su obra, en un vuelo que podrá ser corto como lo dice Sandrini siguiendo el libreto del autor y más alto aún, si se logra propagar en quienes no estuvieron el Teatro, lo vivido este jueves.

Aldama quedó para siempre en el Teatro. Ese es su lugar.

Sus recuerdos

La ceremonia estuvo acompañada de una muestra de fotografías, retratos, cuadros y documentos alusivos a Orlando Aldama, su vida y obra, así como la entrega de un folleto en colores repasando lo medular de su extensa trayectoria.

La ambientación del Hall principal contó con una mesa y cuatro sillas del Sorocabana, lugar que décadas atrás fuera tantas veces testigo de sus trabajos, de su amor por Durazno y de sus

Homero – su hijo – y nietos, en la mesa del Sorocabana que recuerda a Orlando.

interminables tertulias con amigos.

La figura de Charles Chaplin, representada por el artista Sergio Jhonny Rodríguez, representó la época, la nostalgia y el perenne recuerdo al preclaro hijo de Durazno.