El progreso no consiste en mejorar lo que es, sino en avanzar hacia lo que será.

No progresas mejorando lo que ya está hecho, sino esforzándote por lograr lo que aún queda por hacer.

La primera vez que fui al Carmen fue cuando tenía 10 años, integrando el elenco del “Tío Noé”.

Con “Pipo” Leal, Víctor Melgarejo, “El Negro” Laguna, David Nadrúz y otros que éramos casi de la misma edad, conocimos junto a Bautista Díaz González la calidez de la gente carmense, traducida en aplausos cálidos y fuertes, como si fuéramos mayores.

Después, ya adolescentes, nos mezclamos en peñas y espectáculos folclóricos, convocados por la querida Elsa González de Santos y su Conjunto “Aires Regionales”, con quienes recorríamos todo el departamento y disfrutamos de la Fiesta de la Vendimia.

Con Petrona Remedios compartimos muchos escenarios y años después supimos estar en el desafío que fue para entonces la creación del Festival Folclórico y Forestal, al que muchos lugareños se aferraron con pasión a organizarlo, luchando a veces con la falta de apoyo, pero siguiendo adelante hasta hoy mismo.

Aprendimos muchas cosas sobre la uva y el vino, en visitas y largas charlas con Pedro González y descubrir junto a él, la laboriosidad infatigable de los carmenses en las viñas.

No deja de ser un fenómeno curioso, la manera en la cual los pueblos dejan de ser visibles aun cuando son recordados a diario.

Sin embargo, para mí, Pueblo, Villa, Ciudad, lo que sea, Carmen está allí con sus calles anchas y, aunque hay ausencias, un aroma a pan y vino anda en el aire, con sonido de guitarras y danzando con pañuelos al viento, como si fuera un sello indeleble de la comunidad.

Este 10 de junio, en sus 148 años, a los de ayer, a los de hoy, a los que vendrán para seguir la historia: ¡salud!

 

  • Frase del título: Khalil Gibran – Ensayista, novelista y poeta libanés.

J.C.