Todos caminaron, pero pocos dejaron huellas…

La vida es como agua entre los dedos, poco a poco se escurre y aunque tratemos de aferrarla ahí, en algún momento sólo quedarán gotas, nuestra misión radica en que esas gotas perduren eternamente y que con el reflejo de un rayo de luz se vuelvan más y más grandes.

Así, seguramente, ha sido la vida de ELSA GONZALEZ DE SANTOS, que falleciera este viernes.

Desde que llegó a Villa del Carmen, fue constante su tarea de trabajar por la Comunidad en distintas áreas.

Hay por supuesto numerosos ejemplos de su aporte para la creación del Club de Niños, de la Sala de Auxilios, de la Fundación “Mujer Rural y Familia”, la comisión pro primeras viviendas de MEVIR, la Fiesta de la Vendimia y de la Dirección del Conjunto de Danzas “Aires Regionales” que tomó con la misma pasión de su fundador el Maestro Raúl Pintos.

La importancia de todo lo transitado por la vida de Elsa radicó en dar y servir a los demás, ayudar a quienes han estado en ese punto en el cual la vida se vuelve monótona y dejamos de disfrutar los beneficios de cada cosa que desempeñamos.

Dar y servir a los demás es la única forma de pagar un poco de los muchos beneficios que uno ha obtenido enfocándose en cambiar.

Para muchos de nosotros encontrar la verdadera misión en nuestra vida no es tarea fácil. Para Elsa, lo descubrió muy joven y  se entregó generosamente en cada iniciativa, en cada movimiento popular que apuntara al bienestar de los carmenses.

En junio pasado, cuando asistimos a un acto en la plaza principal de la hoy ciudad del Carmen, no extrañó que en la recreación de distintos personajes destacados de dicha comunidad, no estuviera Elsa González de Santos.

Imperdonable olvido entonces para quien tuvo una misión en la vida:  dar y servir a los demás mostrando que una vida infeliz y complicada no es la mejor forma de vivir, es momento de cambiar y aunque haya recaídas lo importante es que debemos aprender a levantarnos, mejorar requiere tiempo y mucho esfuerzo y autodisciplina.

Cuantas veces su casa era nuestra casa en las tenidas folclóricas de varios días dado su espiritu  generoso, no de dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. Este es el fundamento de la felicidad humana y esa es la enseñanza que nos ha djado Elsa.

En esta época nuestra, que exalta como valores supremos la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la pena en esta vida. Porque la solidaridad implica un compromiso que en muchas ocasiones nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien común.

Elsa, con su entrega,  enriqueció  a todos  los que le han  rodeado con el paso de los años,  colaborando en la transformación de la sociedad.

Por todo ello, en momentos de su partida definitiva,  gracias, gracias, gracias querida Elsa.

 

  • Velatorio: 1 de octubre de 9.00 a 11.00 horas en empresa Ferran de Ciudad del Carmen.

Frase del título: José Narosky