Criollo hasta el tutano. Amante fiel de toda actividad que tuviera sabor tradicionalista. Se sentía en su salsa en los fogones camperos, donde desgranaba alguna poesía o se abrazaba a sus hermanos Luis y Samuel para cantar, aunque no fuera su fuerte.
En las fiestas criollas, su campana sonó cientos de veces mientras en el ruedo, los gauchos se afirmaban al lomo del bagual.
El camino traicionero le jugó una mala pasada y no pudo resistir los corcovos al montar sobre dos ruedas, que no era lo suyo.
El trinitario Roberto Santana apagó su vida imprevistamente, para una pena que comparten su familia y sus amigos.
Si en el cielo hay vuelta de honor, ya estará iniciando el recorrido…hacia la eternidad.