Día de las Trabajadoras Domésticas.
Se conmemora hoy un nuevo Día de las Trabajadoras Domésticas, cuyo trabajo está regulado por la Ley Nº 18.065, del año 2006, que lo define como “la realización de tareas vinculadas al hogar prestando servicios en la casa de una o de varias personas o familias”.
Esta ley fijó la jornada laboral a un máximo de 8 horas por día y de 44 horas a la semana y estableció, del mismo modo, el pago de horas extras cuando se exceda el límite fijado o la jornada acordada entre el empleador y la trabajadora. Además, el 19 de agosto es, para ellas, un feriado pago no laborable.
Es importante reflexionar sobre la importancia de las tareas que realizan las trabajadoras domésticas para una mejor organización de los hogares y las familias, tareas que recaen mayormente en las mujeres jefas de hogar y para quienes la contratación de estos servicios significa, muchas veces, la posibilidad de sostener una mejor trayectoria laboral y de conciliar la vida pública con la privada.
El trabajo doméstico remunerado presenta ciertas particularidades frente a otras formas de empleo. La relación laboral entre la trabajadora y el empleador, a pesar de ser de carácter asalariado, suele desdibujarse por desarrollarse a la interna de los hogares y porque está mediada por la convivencia cotidiana. Además, las trabajadoras domésticas sufren aislamiento entre sí y del resto de la clase trabajadora, lo que se intensifica cuando se trata de empleadas sin retiro.
Durante mucho tiempo, el trabajo doméstico remunerado fue invisibilizado y discriminado (al igual que el trabajo no remunerado, asignado a las mujeres como resultado de la división sexual del trabajo). Esta discriminación se expresa, en parte, en la tímida y tardía regulación de la que ha sido objeto a nivel mundial.
A pesar de la importancia social de su trabajo, las trabajadoras domésticas enfrentan varias dificultades, como el multiempleo, la informalidad laboral, o la modalidad de ser jornaleras, que, en distintos niveles, las pone en una situación de vulnerabilidad que se ha agravado a raíz de emergencia sanitaria por COVID-19.
La crisis sanitaria ha significado una pérdida importante de ingresos para estas trabajadoras, registrándose una pérdida de unos nueve mil puestos cotizantes desde el inicio de la pandemia. A esto se le suma que muchas trabajadoras del sector el no acceso al seguro de paro especial, dado que sus aportes a la seguridad social se realizan en más de un hogar, por lo que pierden ese derecho.
Mención especial merecen las trabajadoras domésticas migrantes, que enfrentan mayor informalidad y que, en la mayoría de los casos, trabajan bajo la modalidad “cama adentro”, en la que el cumplimiento de la jornada laboral y el respeto de su espacio de ocio se ve segado.
Valorar el trabajo doméstico, sea remunerado o no, y reconocer la importancia del trabajo que estas mujeres llevan adelante poniendo su cuerpo, nos acerca a una sociedad más justa.
Saludamos a las trabajadoras domésticas en su día y reconocemos su invaluable labor de todos los días en los hogares.