Lo que dejamos en esta vida es el recuerdo de quienes hemos sido y de lo que hemos hecho.

La mano del dibujante quedó suspendida de pronto en el comienzo del trazo, el actor dejó en suspenso una frase en la obra inigualable de la vida y la voz de Gardel sonó triste por una ventana de par en par abierta al barrio.

La muerte del “Tano” Pérez, aunque no sorpresiva, dolió profundamente entre quienes le conocimos, le tratamos y compartimos algunos momentos inolvidables de nuestra existencia.

En mi caso, desde aquellos tiempos en “Panorama” cuando integrábamos un grupo de comunicadores, algunos primerizos como yo, haciendo una publicación que marcó toda una época en el periodismo duraznense.

Y de cuando en cuando, algunos encuentros fugaces para revivir historias como las que, por iniciativa de Marcelo Mondino, nos atrevimos a contarlas en forma improvisada ante las cámaras de Canal 6.

Siempre dispuesto a colaborar, como cuando ideó y ejecutó la estela a Luis Ramón Igarzabal que señala un pasaje en el Parque de la Hispanidad o cuando con entusiasmo y en su condición de admirador gardeliano contribuyó con su arte a la plazoleta que recuerda al gran cantor, allí, muy cerquita a COVINUVI donde vivió hasta hoy y donde, seguramente, no habrá lugar para su olvido.

“El Tano” caminó con su rica personalidad el camino de la vida y al irse, deja una huella.

La vida no se trata de cuánto avanzamos, sino de las huellas que dejamos. Puedes dejar huellas en la vida, en las personas, en el corazón, en tu propio camino y en el de otros,

Al final todos somos Eternidad, dejamos nuestra huella y nuestro sello donde quiera que vayamos, somos eternos y únicos.