Pocas palabras contienen tanto amor como la palabra mamá
Muchas veces hablamos en el día a día de la expresión materna, pocas veces consolidamos la esencia de esta condición, natural en el ser humano.
Que bien nos hace detenernos un minuto a pensar en lo que somos, de quién venimos, a dónde nos lleva el destino, recordar con nostalgia a las madres que no están y con amor a las que tenemos.
Después del noveno mes en el vientre de espera en el asomo a la vida, algunos logramos nacer, otros sólo lo intentan, muchas madres nos dejan, es que nace así la vida en esperanza y concepción. Entonces, nacimos, crecimos, nos formamos, nos criaron, nos amamantaron y nos dieron valores, cariño, comprensión y ternura; nos llamaron hijos, fuimos el fruto de su amor, sufrieron y nos parieron en un acto sublime de vida, avanzamos en crecimientos y ellas en años; nacieron nuestros hijos y fueron nuestras madres las abuelas, que volvieron a criar y volvieron a amar.
¿Quién no se tomó de una parte del vestido de la madre en el andar inconsciente del crecimiento? Casi sin topar el suelo mis pies se enredaron en ese andar lerdo de principiante protegido en el delantal materno, cómo no recordar entonces la mano rauda de madre evitando la caída inminente.
Cómo no recordar, en el día de la madre, a muchos que escribieron mamá, como el poeta Pablo Neruda que dijo: “Desde el fondo de ti y arrodillado, un niño triste como yo nos mira”. Hermosa expresión del momento de la dulce espera de un ser humano en el vientre, acto que ocurre dentro de ti, mamá.
Pero nos olvidamos de ellas, nos alejamos, crecemos en cuerpo y no siempre en fe y alma. El tesón, el esmero, la constancia de un amor incondicional entregado por la madre, no lo alcanzamos a corresponder durante su vida y, después del ocaso, nos lamentamos.
Una madre es mucho más que la persona que nos da la vida.Una madre nos alberga en sus brazos cuando nos sentimos tristes o cansados.
Nos cuida. Nos protege de todo mal. Nos alienta cuanto pensamos que ya nada vale la pena. Nos aconseja, aunque muchas veces no podamos hacer caso a lo que dice. Nos escucha cuando somos víctimas de nuestra primera desilusión amorosa. Nos llena el estómago con comidas que jamás nadie volverá a preparar de la misma manera y nos llena el corazón con exceso de amor incondicional.Una madre sufre a escondidas cuando hemos sido defraudados, pero sin embargo, se muestra fuerte y entera ante nuestros ojos, para ayudarnos a salir adelante.
Una madre se llena de orgullo cuando conseguimos triunfar en la vida y se enfurece cuando alguien intenta lastimarnos. Es capaz de secarnos las lágrimas esbozando una sonrisa tranquilizante, mientras por dentro su alma llora desconsoladamente.
Una madre es severa en ocasiones, pero con el tiempo descubrimos que cada reto que recibimos, fue un empujón para convertirnos en personas íntegras.Una madre es capaz de sanar todas las heridas. Las heridas externas y las heridas del corazón, como nadie más es capaz de sanar.
Una madre es aquella persona, que desde el momento que nos tiene en sus brazos nunca más nos suelta la mano y si alguna vez lo hace, es sólo para ayudarnos a conseguir nuestra felicidad.
Una madre es amor en estado puro. Es una persona que pasa noches enteras sin dormir, esperando nuestro regreso. Es la que por miedo a que algo nos suceda, no nos deja ir a determinados lugares o nos obliga a regresar temprano. Es quien nos aconseja sobre como comportarnos y quien nos escucha, cuando tenemos una noticia importante para dar.
Pocas palabras contienen tanto amor como la palabra mamá.
En su día, a todas las madres vivas, a todas las madres muertas…gracias…gracias…gracias!