Periodismo en el interior
Por Jesús Carlos Correa
Hacer periodismo en el interior es todo un desafío.
No creo que encaje en lo de quijotada. Si bien es importante el esfuerzo que ponemos, uno elige hacer esto y no otra cosa. Aunque es necesario hacer otras cosas para sobrevivir.
La recompensa en hacer lo que a uno le gusta no tiene precio. Aunque felizmente no es lo único que a uno le gusta.
El tema estriba en aquello que dijo alguna vez el gran Fontanarrosa, “si con eso que hacés te alcanza para vivir.”
Eso sería buenísimo.
Las comunidades pequeñas como Durazno tienen esa cuestión de la cercanía, casi todos nos conocemos aunque en realidad no sea tan así. Algo sabemos del otro que en algún momento puede complicar.
Eso conlleva a que se te hace difícil criticar a aquella persona que te la vas a cruzar en algún momento. Y sino que lo diga nuestro querido colega Nell.
Claro, hay formas y formas de decir las cosas, se puede ser profundo y analítico sin herir, en realidad “sin herir hiriendo”.
Aunque la verdad siempre va a doler. La verdad es una construcción también.
En el interior el periodismo, , la vida se puede volver algo tediosa, previsible, muy de oficina de prensa.
Sabes que vas a ser ignorado por los medios capitalinos, que solo se acordarán de tu comunidad y te consultarán por algún hecho de sangre o por lo que dijo una directora en un programa de radio.
Lo vivimos en carne propia muchas veces. Parece qu Durazno solo le interesa a los duraznensess, no a los montevideanos.
Un buen informe, una buena entrevista siempre tendrán un público. Investigación no es fácil hacer.
La curiosidad es uno de los rasgos sobresalientes, quizás para mí el más importante para quienes trabajan en comunicación.
La misma debe ir acompañada de la responsabilidad. Contar con una buena agenda es otra premisa. Y aquella máxima, “nunca dejes que la verdad te arruine una buena nota”.
No cualquiera ejerce esta profesión u oficio, el más lindo del mundo según decía García Márquez. Hay quienes lo honran.
Parece que todo se lo lleva puesto you tube, Facebook, instagram. ¿Y la creatividad? Allí el ser humano es irremplazable.
Del accidente ocurrido en la esquina te lo va a contar el hombre o la mujer, no la inteligencia artificial.
En el mundo de lo instantáneo, de la celeridad, el buen periodismo tiene que tratar de aportar algo de reflexión, de pienso para nuestras comunidades.
Ser vigilantes, estar atentos, reflejar lo que pasa en la comunidad de modo atractivo, pintoresco como decía Joseph Pullitzer.
No hay una sola manera de hacer periodismo, puede ser de información, de opinión. Respeto a todos.
El compromiso siempre debe estar presente.
Siempre habrá lugar y espacio para hacer un buen periodismo. Alguien lo esperará y reconocerá, pocos o no.
Según el argentino Tomás Eloy Martínez “El periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez.(…) En el gran periodismo se puede siempre descubrir los modelos de realidad que se avecinan y que aún no han sido formulados de manera consiente. Pero el periodismo no es un partido político ni un fiscal de la república. En ciertas épocas de crisis, cuando las instituciones se corrompen o se derrumban, los lectores suelen asignar esas funciones a la prensa sólo para no perder todas las brújulas. Ceder a cualquier tentación paternalista puede ser fatal, sin embargo. El periodista no es un policía ni un censor ni un fiscal. El periodista es, ante todo, un testigo: acucioso, tenaz, incorruptible, apasionado por la verdad, pero sólo un testigo. Su poder moral reside, justamente, en que se sitúa a distancia de los hechos mostrándolos, revelándolos, denunciándolos, sin aceptar ser parte de los hechos”. (Conferencia en 1997)”.
¿Qué más agregar?
El periodismo no murió, quizás muramos nosotros día a día si no nos aggiornamos, si no nos levantamos con ganas de contar alguna historia.