Una infancia llena de amor.
Hubo un tiempo en el que no había mensajes, pero había miradas que lo decían todo, donde no existían los likes, pero la gente se conocía y se saludaba por las calles. Una infancia llena de amor por más que nos faltase algo sobre la mesa o algún elemento físico para alegrarnos. Era suficiente el amor y cariño de los padre y amistades que nos hacían felices.
Hubo un tiempo donde el consejo de un padre era mejor que cualquier búsqueda en Google y la historia de un abuelo era más cierta que cualquier referencia en Wikipedia.
Hubo un tiempo donde no existía el correo electrónico pero recibías notas, postales y cartas de amor.
Tiempos donde nadie te insultaba escondido en el anonimato de una red social, y era la barra de un bar, el lugar donde se discutía con argumentos, con respeto y compartiendo el vino.
Hubo un tiempo en que la gente, no aparentaba lo que no era, donde no existía el Photoshop, ni los filtros y eran los años los que se encargaban de dibujar las arrugas.
Sí, añoro aquellos tiempos donde todo era más sencillo, más de verdad y nos vibraba el corazón y no el teléfono.
- Del Muro de Fernando García