Aparicio Saravia en su lecho de muerte en una estancia brasileña muy cerca de la frontera.

Panteón del Cementerio del Buceo con los restos de Aparicio.

Nacido el 16 de agosto de 1856, Aparicio Saravia era hijo de Francisco Saravia y Pulpicia da Rosa, hermano de Gumersindo, Basilisio, Antonio Floricio (Chiquito), Aparicio, José, Camilo, Francisco, Juana, Amelia, Mariana, Timoteo, Teresa, Sensata.

“La tardecita se entronaba en los campos de Masoller en aquel mes de setiembre, las tropas del gobierno comenzaban a sentir que su parque de municiones disminuía vertiginosamente. Los blancos de Saravia sustituyeron el choque frontal por la guerra de desgaste y se preparaban para el alba venidera a dar la estocada con las tropas de refresco.

Con esa acción los colorados del gobierno estarían perdidos.
Fue en esa caída del sol, cuando Aparicio Saravia comenzó a recorrer la línea de fuego alentando, como era su costumbre, a sus tropas…”vamos muchachos, firmes… mientras su sombrero y poncho blanco se destacaban en el horizonte. No iba solo, unos metros más atrás le seguían su abanderado Germán Ponce de León, su hijo Mauro de 16 años y un soldado brasileño. L.O.d.

Pasaba revista a la división 9 cuyo jefe era su hermano Nepomuceno cuando comenzó la balacera sobre el General y su equino, la tercera bala lo alcanzó en la cintura, traspasándole el vientre de izquierda a derecha.

En ese momento comenzó a diluirse la revolución y el último caudillo rural comenzaba su marcha hacia la muerte, que aconteció el 10 de setiembre de 1904.

Después aparecen las dudas. ¿Quién disparó contra Saravia?
Escribe el profesor Mena Segarra…”No fue una bala perdida la que lo hirió”…
Varias versiones florecieron, algunos se vanagloriaron de aquel tiro certero, corrió el rumor de que habían sido campeones de tiro argentinos contratados por el gobierno para realizar “misiones especiales”, otros opinan que fueron “espías” colorados infiltrados en filas revolucionarias y otros opinan que fue algún “calepino” que no quería que se concretara un tratado de paz que dejara a Saravia como triunfador.

Antes de Masoller, “El cabo viejo” había expresado que el gobierno “nos ofrece partir la naranja por el medio”, por eso se iba a concentrar en Rivera, porque “si falla el asunto, continuaremos la guerra hasta que el Presidente (José Batlle y Ordoñez) quiera”…

Las interrogantes sobrevuelan todavía sobre los hechos de 1904 y sobre la muerte de Saravia. Muchas acusaciones, muchas de ellas silenciadas por no perjudicar la unidad del Partido Nacional se sucedieron desde aquel 10 de setiembre, sin otro cometido que dificultar el conocimiento exacto de lo ocurrido.

Es evidente que en algunos casos no se buscó la verdad ni las consecuencias que trajo aparejada la muerte de Aparicio Saravia para el país y para el propio Partido Nacional.

Por Tabaré Petronio Arapí (29 de junio de 1944, La Paz, Uruguay) , escritor, profesor de historia, cantante, compositor.