La segunda oleada del Covid-19  está instalada y se siente con más fuerza que la primera en Durazno, por la aparición de por lo menos 6 casos en los últimos días.

Y este hecho que preocupa enormemente, lleva a reiterar un llamado de atención sobre las responsabilidades individuales y sociales de todos y cada uno de nosotros.

La Covid-19 es una enfermedad infecciosa que se transmite por diversas vías, por lo que es necesario reforzar las medidas para evitar su difusión, procedimientos muy sencillos como el uso de mascarillas, el lavado de manos y la distancia social.

Lo cierto es que nos está quedando poco margen de maniobra.

Por ello, es fundamental que todos los ciudadanos seamos responsables ante la emergencia sanitaria, social y económica que estamos viviendo y cumplamos las normas establecidas.

Dada la situación actual de incremento notable de los contagios, cabe preguntarse que hemos hecho mal para que una parte muy importante de la ciudadanía no cumpla estas normas. Basta recorrer en determinadas horas calles o lugares de la ciudad para comprobarlo o constatar en las redes sociales que muchos no creen en la existencia del virus.

La situación es una consecuencia de la pérdida de valores y la falta de responsabilidad social de los ciudadanos, es el desprecio del bien colectivo frente a los derechos individuales, y si ello sucede en tiempos de normalidad, se acentúa más en momentos de crisis. No es cierto que vayamos a salir mejores de esta pandemia, lo que está sucediendo es que en muchas ocasiones está aflorando lo peor de las personas, la imposición del “Yo” frente al “nosotros” e incluso lo que es peor, el desprecio del “vosotros”.

Los principales focos de expansión del virus están resultando ser las reuniones familiares, la vida social en general y las fiestas en particular. ¿Por qué motivo se siguen celebrando reuniones familiares de todo tipo de las que se deriva la transmisión de la enfermedad para muchos de sus miembros? ¿Por qué motivo numerosos grupos de jóvenes y no tan jóvenes, no cumplen las normas y siguen organizando  fiestas en la calle o en pisos? Son preguntas que tienen difícil respuesta, pero lo que es indudable es que o se corta la transmisión comunitaria, cuestión que depende de todos y cada uno de nosotros, o acabaremos confinados .

Por ello no basta con llamadas bienintencionadas a la responsabilidad individual, dado que, aunque una parte muy importante de la población está cumpliendo rigurosamente las normas, otros grupos de población han demostrado de forma contumaz su irresponsabilidad y no van a cambiar su actitud en el futuro, salvo que se adopten medidas contundentes y se establezcan los procedimientos para vigilar el cumplimiento de las medidas y sancionar duramente a los infractores.