Foto: Canona marca registrada.

La alegría, convertida en una mezcla rara de emoción y locura, recorre cada rincón del país tras la coronación de Uruguay como Campeón del Mundo Sub 20.

Y mientras las caravanas llenan las calles, las banderas flamean por doquier y el grito de “Uruguay nomás…! resuena miles de veces, hay una cualidad muchas veces ignorada, que, como dice la canción, crece desde el pie.

Es la consecuencia de miles de niños que, desde corta edad, tienen en una pelota de fútbol su mejor compañera.

Con ella, en la calle, en los campitos y más tarde en las canchas de baby del barrio, comienzan a forjar la personalidad de un jugador de fútbol, a querer la camiseta de su club, de su selección, de su país.

Mientras en muchos países de Europa eso no pasa, en el nuestro, el niño prácticamente juega al fútbol apenas balbucea sus primeras palabras. Hay detrás padres responsables y dirigentes que supieron mostrar el camino.

En estos momentos de regocijo, de festejo, de orgullo y felicidad colectiva, no olvidemos de donde se empieza.

En innumerables potreros se enseña a amar al país y a defenderlo con valor e hidalguía en todo momento.

Pueden existir otras razones, pero esta es de la más real y tangible, porque así comienza la historia que nos hace distintos, únicos, campeones.