Nadie es más afortunado que el que cree en su suerte

Desde niños, cuando encontrábamos una herradura la llevamos para colgar en nuestra casa o la tirábamos sin mirar hacia atrás. También nos introducíamos entre los pequeños montículos de tréboles para buscar el de cuatro hojas. Todo era sinónimo de suerte.

En los tiempos en que poseer un caballo era privilegio de nobles y hacendados la herradura era signo de prosperidad pues se consideraba que el poseer una herradura era un lujoso y considerable desembolso. Ya entonces se creía que encontrar una herradura aportaba felicidad y buenos augurios. Más tarde se colgaba de las puertas de las casas para atraer la suerte y los buenos espíritus. Portar una herradura tradicionalmente atrae la suerte y la felicidad.

Se cree que el trébol da buena suerte, favorece la riqueza y el amor. Protege y ayuda a encontrar el amor de nuestra vida. Sin embargo hay que procurar llevarlo con nosotros y no mostrarlo a extraños.

Según leyenda, la primera hoja es para la esperanza, la segunda para la fe, la tercera para el amor y la cuarta para la suerte.